Europa quiere subirse al tren

Cumbre sobre inteligencia artificial en París

Europa quiere subirse al tren
Corresponsal

Cuando el siempre escuchado italiano Mario Draghi, expresidente del Banco Central Europeo, realizó su diagnóstico sobre los males que aquejan a Europa, una de las cosas que escribió en su extenso informe sobre los retos de la competitividad europea es que el viejo continente debía aprovechar el potencial de la inteligencia artificial para intentar reducir la enorme brecha de innovación que la separa de competidores globales como China o Estados Unidos.

Según la Comisión Europea, solamente un 8% de las empresas en el continente recurren a esta tecnología. La universidad de Stanford ha identificado que más del 90% de la inversión en plataformas de desarrollo LLM, que son modelos lingüísticos profundos que emplean enormes conjuntos de datos, se ha realizado fuera de las fronteras europeas. La irrupción de la plataforma china DeepSeek sacudió en EE.UU. en la carrera por la inteligencia artificial generativa, pero hasta el momento, no hay ningún gran rival europeo que haya cobrado este protagonismo.

Bruselas ha pasado de ser la primera en regular la IA a buscar atraer la inversión en innovación

En Bruselas son conscientes de que hay que subirse al tren si Europa quiere ser considerado un jugador en la partida del nuevo mundo. El reto es afrontar el cambio de narrativa sin caer en contradicciones. En la pasada legislatura, la UE se convirtió en la primera potencia mundial en hacer una regulación a gran escala de la inteligencia artificial. La semana pasada, mientras el presidente Donald Trump derogaba las normativas de su predecesor Joe Biden para controlar sus riesgos, Bruselas comenzaba a aplicar las prohibiciones por prácticas abusivas contempladas en la ley europea de IA para regular esta tecnología y proteger los derechos humanos.

Ahora, el discurso ha cambiado. Desde la puesta en marcha de la nueva Comisión Europea de Ursula von der Leyen, el ejecutivo comunitario quiere lanzar al mundo el mensaje de que la UE no va a liderar solamente en materia de regulación de inteligencia artificial, sino también ser un lugar atractivo para invertir en esta innovación. Es lo que hizo ya al presentar la brújula de la competitividad europea, o la hoja de ruta para impulsar las empresas europeas, donde prometía entre otras cosas potenciar gigafactorías de IA. Y ayer, al anunciar 200.000 millones de euros en mayúsculo esfuerzo para no quedarse atrás en una iniciativa sin precedentes de cooperación público-privada, de la mano de más de sesenta empresas.

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La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, durante su discurso en la cumbre sobre inteligencia artificial en París

MOHAMMED BADRA / EFE

Europa, dice Von der Leyen, quiere ser “cooperadora” y reunir talento. Pero las grandes compañías americanas acusan al Ejecutivo comunitario de frenar la innovación por una excesiva regulación. En los esfuerzos comunitarios para solventar los problemas económicos europeos, la Comisión tiene previsto una enorme reducción burocrática. Los defensores de los derechos humanos ya están en guardia ante el temor que, en esta carrera por la simplificación para atraer la innovación, Bruselas vaya a dar marcha atrás en algunas de las conquistas que lograron con la ley cuando apenas ha comenzado a ponerse en práctica. Hay mucho en juego.

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